Esta es la historia de una gran familia costarricense de origen italiano. El protagonista es Luigi Fioravanti, hijo de Angelo Fioravanti, nacido el 5 de julio de 1863 en la región de Mantua.
Llegó a Costa Rica, a Limón, en 1888. Era un hombre que amaba su tierra natal, tanto que llevó consigo en su viaje un recipiente con tierra de Italia en su interior, que guardaba con cariño y que abría de vez en cuando para recordar su querido hogar.
Entonces, ¿por qué la dejó? Buscaba fortuna, un trabajo, una vida mejor.
En Costa Rica, por esa época, estaba en marcha un proy ecto para construir el ferrocarril «al Atlántico». Entonces, un empresario ferroviario estadounidense llamado Minor Cooper Keith viajó a Italia con la misión de reclutar a jóvenes italianos para dicho proyecto, prometiéndoles un buen sueldo y grandes beneficios.
La situación real era desastrosa: no tenían médicos suficientes, la comida era mala, el clima insoportable y los mosquitos transmitían la malaria. Algunos hombres murieron a consecuencia de estas duras condiciones.
Así que los propios trabajadores convocaron una huelga el 20 de octubre de 1888 debido a las perjudiciales condiciones de trabajo. Entonces abandonaron sus lugares de trabajo y se marcharon a la ciudad de Cartago.
Tras esta importante huelga, que desgraciadamente fracasó, algunos italianos regresaron a su país, otros se quedaron en Costa Rica. Entre estos últimos se encontraba Luigi Fioravanti.
Decidió abrir una sastrería en Heredia y se casó el 14 de julio de 1900 con María Orozco, una maestra costarricense. Ambos tuvieron nada menos que 7 hijos, de los cuales murieron los primeros tres antes de cumplir un año. El quinto de ellos era Rafael Ángel (esposo de Nelly Villalobos y padre de María Cecilia Fioravanti Villalobos, esta última con sus hijos nos contó esta interesante historia).
Se mudó entonces a San José, en el barrio México, donde había una pequeña comunidad italiana. Y trasladó la sastrería al centro de San José, concretamente en el Pasaje Jimenez. La sastrería no sólo se ocupaba de ropa, sino que era un verdadero punto de encuentro para la comunidad italiana de la zona. Si uno quería compañía, las puertas de la sastrería Luigi siempre estaban abiertas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la situación de los italianos en Costa Rica no era ciertamente la mejor, eran vistos como enemigos por la comunidad local y el Estado. Como consecuencia Luigi, que ya era una persona muy reservada, se hizo aún más durante esos años; temía que le ocurriera algún drama a él y a su familia, era escéptico y no confiaba en nadie.
Por eso, durante la guerra, cuando estaban en público, procuraban no hablar en italiano.
La sastrería cerró durante la Segunda Guerra Mundial, y así murió junto con su fundador. Luigi murió en el barrio México el 24 de febrero de 1955 a la edad de 92 años.
María Cecilia y sus hijos Milton, Marcia y Ronald recuerdan la casa de sus bisabuelos y abuelos como lugares de «puertas siempre abiertas», acogedores, donde nunca faltaba la comida y se ofrecía a todos, donde primaban valores como el amor a la familia y el respeto a los mayores.
Testimonio de Maria Cecilia Fioravanti Villalobos