Massimo Fioravanti Bosi nació el 11 de septiembre de 1862 en Calto, en la provincia de Rovigo, hijo de Carlo y Luigia Vallini. Hijo de campesinos pobres, solo pudo asistir a la escuela hasta el tercer grado, después de lo cual se vio obligado a trabajar en el campo para ayudar a su familia. A pesar de esto, fue un autodidacta apasionado: se formó a sí mismo leyendo a Dante, Giuseppe Giusti y Lorenzo Stecchetti.
En 1887, atraído por la esperanza de una vida mejor, partió hacia Costa Rica para trabajar en la construcción del ferrocarril atlántico. Permaneció allí hasta marzo de 1889, experimentando en carne propia las duras condiciones de vida de los emigrantes italianos. Posteriormente denunció las promesas incumplidas de Minor Cooper Keith, el financista de la empresa, los malos tratos sufridos, el trabajo agotador en ambientes insalubres y el alojamiento en chozas de caña, relatando todo esto como una experiencia de abandono y explotación.
Regresó a Italia en condiciones de pobreza y se trasladó a Roma, donde trabajó como albañil durante la “fiebre de la construcción” de finales del siglo XIX. También esa experiencia resultó negativa, llevándolo a regresar definitivamente a su pueblo natal, donde se dedicó a la agricultura.
En 1891 se casó con Lodia Marcella Crivellenti, con quien tuvo cinco hijos.
En febrero de 1893 escribió el poema “Ricordo di Costarica“, en el que evoca, con tonos emotivos y melancólicos, la difícil experiencia vivida como emigrante. El texto representa un importante testimonio histórico sobre las relaciones entre los italianos emigrados y el país centroamericano, ofreciendo al lector una representación valiosa de Costa Rica en los años 80 del siglo XIX.
En el poema, Fioravanti mezcla episodios vividos, descripciones de la naturaleza y reflexiones personales; se dirige con afecto a los amigos que dejó en Costa Rica, relata la fuga de los trabajos, la construcción del ferrocarril atlántico marcada por el dolor y la muerte. Luego habla de la ciudad de Limón, pero también de San José y de la naturaleza costarricense, descrita con expresiones de asombro.
Solo en 1936, más de cuarenta años después de su redacción, el poema fue publicado dentro de la colección “Poesías”, junto con el soneto “A Costarica”, también inspirado en la misma experiencia. Ambos constituyen un punto de encuentro entre la cultura italiana y la costarricense, casi único en la poesía de la época.
En 2015, “Ricordo di Costarica” fue republicado en una revista de la Universidad de Costa Rica y reconocido como un documento relevante para la memoria histórica del país.