En la historia de la arquitectura costarricense del primer novecento, hay nombres que marcan una etapa de transición entre la tradición y la modernidad. Uno de ellos es el del arquitecto, pintor y decorador italiano Fernando (o Ferdinando) Gabriele, figura refinada y cosmopolita que introdujo en el país el lenguaje del Art Déco y moldeó algunas de las obras más representativas.
Graduado de la Universidad de Roma, Gabriele pertenecía a una generación de artistas y diseñadores formados en el fervor estético europeo del primer novecento, cuando el arte, la industria y la tecnología parecían converger hacia una idea de progreso armónico.
En 1929 llegó a Costa Rica junto con su compatriota y amigo Gastone Bartorelli, ingeniero civil especializado en hormigón armado. Gabriele se estableció en San José, capital que entonces estaba en rápido desarrollo urbano y allí abrió su estudio de Arquitectura y Artes Decorativas Aplicadas. Ofrecía proyectos y consultorías que abarcaban desde residencias privadas hasta edificios comerciales, pasando por intervenciones públicas.
Durante su estancia, Gabriele entró en contacto con la élite artística costarricense. Formó parte del Círculo de Amigos del Arte, participando como decorador y expositor junto a figuras destacadas como Manuel de la Cruz González, Teodorico (“Quico”) Quirós, Louis Ferón y Daniel Domínguez Párraga. Compartía con ellos una visión modernista que buscaba elevar el gusto estético e integrar el arte y la arquitectura en la vida cotidiana.
Paralelamente, Gabriele se unió a la empresa Constructora Adela v. de Jiménez e Hijos, una de las más importantes del país en la primera mitad del siglo XX. En esta empresa trabajó codo a codo con profesionales destacados, entre ellos el arquitecto catalán Luis Llach y los ingenieros Enrique Silva y Luis Meza. Su trabajo colectivo contribuyó a transformar la imagen urbana de San José, abriendo el camino a nuevos barrios y a una concepción moderna de las urbanizaciones.
Entre 1937 y 1940, Gabriele diseñó – para el promotor Agathon Lutz y la misma empresa Adela vda. de Jiménez – un complejo residencial en el Barrio México, en San José. Se trata de una serie de casas Art Déco, destinadas a las clases medias y populares que atestiguan la aplicación del nuevo lenguaje decorativo en las zonas de expansión urbana. Estas viviendas, con sus líneas geométricas y los ornamentos sobrios pero elegantes, representan una de las primeras traducciones locales del estilo europeo.
El estilo arquitectónico de Gabriele estaba profundamente marcado por el Art Déco, del que interpretaba su doble alma: la historicista, vinculada a la clasicidad y la simetría, y la exótica y futurista, inspirada en la máquina, la velocidad y las formas aerodinámicas. Su pintura, de carácter abstracto y con líneas geométricas esenciales, reflejaba su adhesión a las corrientes de vanguardia, en particular al Futurismo de Filippo Tommaso Marinetti, que había influido en el arte y la arquitectura italiana desde la década de 1910.
Su obra más significativa sigue siendo el proyecto para el Banco Nacional de Seguros – hoy Instituto Nacional de Seguros (INS) – en el centro de San José. El edificio, construido entre 1932 y 1933, combina la estructura de hormigón armado con una refinada decoración Art Déco de procedencia ecléctica. Las fachadas simétricas, los arcos con tímpanos, los frisos de casetones, los cornisas y los motivos geométricos atestiguan su dominio de las proporciones y del detalle. El lucernario central y la entrada retranqueada, enriquecida con columnas y molduras, crean un efecto escenográfico sobrio y majestuoso al mismo tiempo.
En el mismo complejo, Gabriele también diseñó la primera estación de Bomberos de San José, edificio también Art Déco, con volúmenes curvilíneos y grafismos que mezclan elementos historicistas con influencias del Cubismo y del Futurismo. Estas obras fueron de las primeras en Costa Rica en utilizar de manera sistemática el hormigón armado, símbolo de la modernidad constructiva.
Tras algunos años de intensa actividad, estalló la Segunda Guerra Mundial, cambiando el rumbo de su vida. Gabriele regresó a Italia para enlistarse en el ejército, dejando Costa Rica poco antes del conflicto. Después de la guerra no volvió más al país. Según el testimonio de su hija Delma Langel, residente en Estados Unidos, murió en Roma algunos años más tarde.
Sin embargo, su ausencia no borró la huella de su paso. Las obras de Ferdinando Gabriele continúan representando un capítulo fundamental del patrimonio arquitectónico costarricense: dos de sus edificios principales – el Banco de Seguros y la Estación de Bomberos – son hoy reconocidos como Patrimonio Histórico Arquitectónico de la Nación, testimonio de la madurez alcanzada por la arquitectura urbana del país en los años treinta.
Hoy, cada marco y cada volumen de esos edificios de San José cuentan la historia de un arquitecto italiano que llevó el lenguaje de la modernidad europea al corazón de América Central. Su nombre, durante décadas casi olvidado, resurge ahora como el de un pionero de la modernidad costarricense, un artista capaz de fusionar arte, técnica y humanidad en una única arquitectura.